Archive for the ‘Kyoto’ Category

Madrid Cafe

Monday, April 21st, 2008

Ayer iba caminando por la calle Sanyo de Kyoto junto a Yito y Ana cuando nos encontramos esta cafeterí­a:

Pero si curioso es el hecho de encontrarse con un lugar así­ llamado más lo es el logo del establecimiento. ¿Qué veis vosotros en él?

Kibune (貴船), 2ª parte

Thursday, April 17th, 2008

Varios post atrás os mostraba un pedacito de Kibune. Hoy vamos a proseguir con el viajecito, aunque ahora cuando os escribo acaba de temblar todo esto de una manera un poco fea… (terremoto de grado 4 con epicentro en la isla de Awaji), ha sido breve pero creo que es el más fuerte que he vivido hasta ahora.
Bueno, sigo con el tema desde donde lo dejé, allí­ en las empedradas escaleras del santuario sintoí­sta de Kibune, estas de las imágenes:

Una vez en la parte alta del templo la nevada parecí­a intensificarse, pero el aspecto del lugar era increí­ble:

Y gélido, de hecho aquí­ Ana buscaba algo de cobijo:

En la entrada encontramos dos caballos de metal que según la guí­a Lonely Planet son de plástico y “es preferible no fijarse en la desafortunada estatua”. Nos hizo gracia y a Ana le dio por decir que Tony Wheeler (fundador de L.P.) era un listo, de ahí­ este video donde salgo yo haciendo el “chorras”, el frí­o se ve que me afectó lo suyo:


LISTO from Kibune from Javi el de Kobe on Vimeo.

Algo interesante que podemos hacer en Kibune Jinja es conseguir nuestro “Mizuura Mijuki”, una versión muy especial del clásico “Omikuji”, esos papelitos que nos dan en los santuarios a cambio de alguna moneda y donde viene escrito nuestro supuesto porvenir. En Kibune tenemos la oportunidad de ver como las letras van apareciendo en el papel mientras toman contacto con el agua de un pilón ubicado allí­ mismo.

Primero pagamos 200 yenes y elegimos el papel que más coraje nos dé:

Lo posamos con cuidado sobre el agua y a esperar:

Bueno, qué mejor que un documento de video, ¿no? (gentileza de Ana san):


Mizuura Mikuji from Javi el de Kobe on Vimeo.

Finalmente podemos quedarnos con el omikuji o bien dejarlo allí­ haciendo de él un lazo como veis en la foto:

Incluso podéis haceros una foto con él 😉 :

Y luego, cuando salí­amos del recinto, allí­ en plena montañica nos percatamos del calzado tan especial que una chica llevaba, muy bien equipada la moza, sin duda es la mejor opción para ir a subir escalones de piedra en la montaña en un dí­a de nieve 😮 :

Igual, como dice un colega, es eso de que las japonesitas llevan hasta el último extremo eso de la primera cita 😀 .

Shoko y Ryota

Wednesday, April 2nd, 2008

“Deseo” “ねがいこと”

Ojalá sigamos así­ de enamorados por siempre.
Ojalá algún dí­a nos casemos y seamos felices.

(Esto de arriba lo escribe la chica, Shoko)

Shokotan, que seas siempre así­ de alegre y bonita.

(Y esto otro lo escribe su chico, Ryota)

“Ema” fotografiado en el santuario de Ikuta, en Kobe.

El corazón de madera con el mensaje romántico escrito en él es un “ema” (絵馬). En cualquier santuario sintoí­sta que visitemos encontraremos estas tablitas de madera.
Para entender su origen es necesario fijarse en los dos ideogramas que componen este vocablo: “絵”, que significa “dibujo” y ”馬”, que significa “caballo”. Ocurrí­a en la antigíŒedad que los caballos eran entregados como ofrendas votibas votivas por los fieles en los templos sintoí­stas. La costumbre llegó a alcanzar tal auge que para los sacerdotes “kannushi” (”神主”) llegó a un punto en el que era imposible atender tantas oblaciones. Finalmente hubo que optar por sustituir a los animales por unas tablillas de madera con la forma de un équido o simplemente un dibujo de este. Con el tiempo las formas se diversificaron, incluso cada templo le fue dando una forma personal caracterí­stica en algunos casos.

Si tenéis la ocasión de visitar uno de estos santuarios y entendéis un poquito de japonés os resultará interesante curiosear los negaigoto de los fieles. Además dependiendo de la época los deseos serán de un tipo determinado, así­ tendremos cientos de “ema” amorosos en San Valentí­n u otros pidiendo fortuna en los exámenes en época de evaluación escolar, por ejemplo.

Estos ratoncillos también estaban en Ikuta Jinja:

Aquí­ dos chicas escribiendo su negaigoto en el mismo santuario:

Más “ema”, estos en Hieizan, en Otsu, prefectura de Shiga:

Aquí­ curioseando junto a mis buenos amigos Mari íngeles y Paco, en Itsukushima Jinja (fijaos en que estas tablitas muestran el famoso torii de Miyajima):

Y en Kiyomizudera, buscando la sombrita:

Kibune (貴船), 1ª parte

Saturday, March 15th, 2008

No muy lejos del centro, a apenas treinta minutos en tren en dirección norte, encontraremos uno de los secretos más valiosos de Kyoto, los valles de Kibune y Kurama. Allí­ estuvimos hace ahora un mes, en busca del paisaje invernal más tradicional y pintoresco que puede ofrecer Japón.
La guí­a Lonely Planet aconseja comenzar la exploración del lugar desde Kibune si elegimos el invierno para ello, y así­ decidimos hacerlo. Hoy mostraré un poquito del trayecto de subida desde la pequeña estación de Kibune Guchi hasta la entrada del santuario sintoí­sta de Kibune.
En nuestro caso, puesto que salimos desde Sannomiya en Kobe, llegamos a la estación de Hankyu Kawaramachi (河原町) y desde allí­ caminamos hasta la estación de la lí­nea Keihan (京阪), unos cinco minutos a pie. Una vez allí­ compramos un billete especial llamado “Kurama-Kibune 1 day ticket” (es el que veis en la imagen):

Por 1140 yenes podemos ir desde la estación de Shijyou (四条) hasta Demachiyanagi (出町柳) y una vez allí­ tomar el tren panorámico de la lí­nea Eizan (叡山) que nos lleva hasta Kibune Guchi o Kurama. Con el mismo ticket podremos luego hacer el camino de vuelta.

La subida es espectacular si tenéis la suerte de disfrutar de un dí­a con el tiempo que nos tocó a nosotros. Al salir de Demachiyanagi el cielo estaba despejado y bien celeste, pero conforme ascendí­amos í­bamos viendo como la nieve comenzaba a caer. La siguiente imagen es de la estación anterior a la de Kibune Guchi, su nombre es Ninose:

Una vez en Kibune Guchi paramos para celebrar la llegada tomando una instantánea. También era el momento de pararse a reflexionar sobre la dureza de la excursión que tení­amos por delante, el termómetro ya señalaba 0 grados y estábamos en el punto de menos altitud de nuestro recorrido:

Saliendo por la parte derecha de la estación empezamos a caminar cuesta arriba siguiendo la carretera:

Una paradita para tocar la nieve. Lo cierto es que para mi era la tercera vez en mi vida que tení­a la ocasión de pisarla:

En el camino una señal nos avisa de que los animalitos del bosque lloran si hay un incendio 🙁 :

Las carreteras de montaña en Japón suelen ser estrechitas, en muchos lugares de un carril único en algunos tramos, obviamente se usa el mismo para subir y bajar, de modo que estos espejos son más que necesarios:

Aquí­ Ana y Yito hacen un alto en el camino para averiguar que dice el cartel. Se trata de un lugar llamado “Hotaru Iwa”, literalmente “La Roca de las Luciérnagas”. La pureza del agua es bastante alta, pues de no ser así­ es poco probable que estos coleópteros puedan criar allí­. Debe ser un espectáculo pasear por este rincón en una noche de verano:

Por todo nuestro camino tenemos a nuestro lado derecho el rí­o Kibune:

Y tras una media hora de camino comenzamos a ver las primeras casas, convertidas en restaurantes en su mayorí­a:

Para llegar a Kibune Jinja hemos de pasar de largo una vez ante la escalera que posteriormente habremos de tomar para dirigirnos a Kurama, cuyo punto más alto se sitúa a 634 metros sobre el nivel del mar:

Junto a la entrada de uno de los espectaculares restaurantes de Kibune Gawa estaba este simpático tanuki:

En estos establecimientos se puede disfrutar durante la temporada estival de las comidas conocidas aquí­ como kawa-doko, servidas en plataformas sobre el mismo rí­o. He oí­do que se trata de una de las experiencias más refrescantes que nos puede ofrecer el extremo verano de Kyoto, aunque los precios suelen ser bastante altos y se recomienda reservar.

Tras este puente está el camino de ascenso a Kurama. Aprovechamos para sacar esta foto:

Y, como os decí­a, hoy llegaremos hasta el torii de entrada del satuario de Kibune. Desde aquí­ continuaremos en un próximo post:

Pontocho (先斗町)

Wednesday, February 20th, 2008

Pontocho es uno de los barrios con más solera de Kyoto. Se encuentra en el margen izquierdo del rí­o Kamo.

El domingo mientras paseaba por allí­ pude saber que también se ha convertido en un sitio poco seguro, al menos a juzgar por algunos carteles que por allí­ tiene distribuidos la policí­a.

El aviso nos alerta en concreto acerca de la amenaza de los tironeros que pululan por la zona (“hittakuri” significa “tirón”). También nos recomienda que no coloquemos el bolso en la cesta de la bicicleta, que llamemos al 110 (el número de teléfono de la policí­a en Japón) si tenemos algún problema y que evitemos pasear por la noche por lugares oscuros. De modo que parece ser que incluso el muy seguro Japón tiene sus puntos débiles.

Uno está mal acostumbrado a este estado de permanente seguridad y aún cuando encuentra este tipo de advertencias no puede evitar estar en situación de baja alerta.
Además esta parte de Kyoto tiene un especial encanto cuando uno se pierde un poco por sus callejones repletos de neones que nos invitan a resguardarnos en enigmáticos (siempre lo son para el “gaijin”) garitos del frí­o y la nieve de dí­as como el pasado domingo.

Esta última imagen la tomé junto a la puerta de uno de esos locales. Se ve que lo de la hospitalidad japonesa también va con los gatos.

El Kyoto que visitó Scarlett Johansson

Tuesday, October 30th, 2007

Imagino que a estas alturas la pelí­cula es por todos conocida y de no ser así­ ya tardáis en correr al videoclub a alquilarla. “Lost in Translation” nos ofrece un deleitable paseo por Japón, acompañados de una encandiladora Scarlett Johansson y de un arrebatador Bill Murray. La he visionado un par de veces; recuerdo que la primera vez fue al poco tiempo de llegar a Japón, y la segunda vez más recientemente. Realmente se podrí­a decir que fue como ver dos pelí­culas distintas. La experiencia de mi estancia aquí­ me va sugiriendo paulatinamente nuevos puntos de vista.

Una de las escenas más hermosas de la pelí­cula es sin duda aquella en la que el personaje de Charlotte viaja durante un dí­a a Kyoto (lo que en Japón se conoce como 日帰り, higaeri). En su excursión visita el famoso templo de Chion In y el monumental Heian Jingu, dos de las perlas de visita obligada en la ciudad. Aquí­ tenéis la escena en cuestión:

El pasado mes de agosto la casualidad nos llevó a seguir los pasos de Charlotte. Lo hicimos bajo un sol abrumador pero al lado de dos buenos amigos, lo que hizo que ese sofocante calor fuera más liviano. A ellos les dedico esta entrada.
Y para hacer más amena la visita al blog hoy os propongo que escuchéis la canción que tenéis justo bajo estas lí­neas mientras miráis las fotos, “Kaze wo atsumete”, uno de los temas de la banda sonora del filme de Sofia Coppola.

chionin

La imponente fachada del Chion In con otra guapa rubia en su escalinata, no es Scarlett, es Mari íngeles.

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Y tras la fachada más escalones…

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¡Y ahí­ que voy yo a subirlos!

descansito

Mari íngeles y Paco se toman un descansito ante el verdor de los jardines del templo.

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Kayo también se dispone a hacer lo propio mientras charla con Paco.

abuela

Esta foto te la he robado, Paco. Me gusta mucho porque recuerdo la grata conversación con aquella señora.

jinrikisha

En otro lugar, no demasiado lejos de allí­ pero un poco más al norte, se encuentra el Heian Jingu. En los aledaños podemos encontrar a varios Jinrikisha como el de la imagen.

portada1

Si imponente era la fachada del Chion In la del Heian no lo es menos.

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Mari íngeles depurando sus virtudes.

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Un aspecto del interior del recinto desde la entrada.

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Qué suerte tuvieron nuestros amigos con el cielo, pasaron calor, sí­, pero no se quejarán de la luz que les regaló agosto.

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Contrastes de color.

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Un pequeño canal que refrescaba un mí­nimo el ambiente.

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En la foto original a tamaño completo se pueden contar pocas personas que no se estén cubriendo la cabeza. Recomendarí­a que si visita alguien este templo lo haga en un mes menos caluroso. Charlotte fue más lista que nosotros 🙂 .

Kyoto sora

Wednesday, September 19th, 2007

Me consta que uno de los escenarios más hermosos que Japón nos puede ofrecer es sin duda el atardecer en Kyoto. No es que la ciudad pierda su encanto durante el resto del dí­a, pero a la caí­da de la tarde la ciudad está especialmente bella.
Pasé por allí­ en agosto por última vez, concretamente el dí­a 17, que dicho sea de paso aclaro que es el dí­a que un servidor cumple añitos. Ese dí­a estuvimos toda la jornada de paseo por la antigua capital, de modo que cuando el sol comenzaba a caer decidimos volvernos a Kobe para descansar un rato antes de salir a celebrar dos cumpleaños, ya que mi amiga Mari íngeles cambiaba de números un dí­a antes que yo.
Estas imágenes son de aquella tarde en la que la luz nos regaló el cielo que veis:

En el barrio de Gion,

en el rí­o Kamo,

en los cristales de la Estación de Kyoto,

y sobre la Kyoto Tower.

Fotografiando a una geiko

Tuesday, September 11th, 2007

Este año el destino quiso que el dí­a de mi cumpleaños pudiera estar en buena compañí­a y en un lugar sencillamente encantador, Kyoto. Cierto es que fuimos a elegir uno de los dí­as más calurosos para ir allí­, con un sol de justicia que me hizo arrepentirme en más de un momento de haberme olvidado las gafas de sol en casa, especialmente cuando se nos ocurrió visitar Heian Jingu.

Ya por la tarde andábamos por los alrededores de Kiyomizudera cuando nos cruzamos con un grupo de fotógrafos que seguí­an a una señora ataviada con un kimono a lo geiko y con un peinado al estilo “ofuku”. En esto último igual me equivoco porque no es que yo tenga precisamente experiencia en eso de distinguir los diferentes peinados. El caso es que de estar en lo cierto lo de “ataviada” cobrarí­a un mayor grado, primero porque la mujer en cuestión no es una auténtica geiko sino una señora que un buen dí­a decide pasar por un estudio del barrio de Gion donde la visten, la maquillan y la peinan para luego darse un garbeo por allí­, y en segundo lugar porque el peinado “ofuku” se supone que está reservado a las maiko que acaban de cumplir dieciocho años o a las que llevan tres años de aprendizaje. En fin, de todos modos la pista más clara para pensar que se trataba de una “falsa” geiko era la serigrafí­a que mostraba la camiseta de uno de los fotógrafos, el que seguramente estaba pagado por la señora en cuestión para la realización de un álbum personal. La camiseta tení­a la publicidad de un estudio fotográfico de Kyoto. En cuanto al resto de fotógrafos no estoy seguro pero me consta que existe un servicio en este tipo de establecimientos que por unos pocos billetes de mil te ponen a una modelo con “disfraz de serie en un marco incomparable” para llenar varias tarjetas de memoria con cientos de “jotapegés”. He visto ya a varias chicas posando de ese modo por el puerto de Kobe y hay muchos anuncios en las revistas especializadas, algunos de ellos para fotografiar incluso desnudos.

Una vez que salimos de aquella zona pasamos por Gion y allí­, en una de sus callejuelas, junto a un canal flanqueado por sauces, volvimos a encontrarnos con la misma mujer y su comitiva. Allí­ pues aprovechamos para tomar nosotros también algunas fotos.
Los japoneses que se acercaban a curiosear tampoco tení­an muy clara la autenticidad de la geiko, pero dudaban. Lo pude comprobar cuando pregunté directamente a algunos de ellos para recibir un “chotto bimyou…” por respuesta.

El hecho de que sea o no auténtica lo veo como algo anecdótico. De hecho imagino que ha de ser uno muy entendido para distinguir las sutiles diferencias en algunos casos. No creo que alguien ajeno a ese mundo pueda llegar a disfrutar plenamente de una reunión con auténticas maiko o geiko, por ello me resulta de lo más esnob ver a esos “guiris” que llegan al lugar en un coche con cristales ahumados y salen de él, con sus gafas de sol puestas (ya sabemos todos la claridad cegadora del interior de un coche con los cristales opacos) sin pausa cuando el chófer les abre la puerta, como si con esas prisas quisieran mostrar a los presentes que “están en el taco”. Me consta que se dejan una buena pasta en esos garitos para después poderlo contar a sus colegas en el club de golf, en fin, con su pan se lo coman. Es algo que no me invento, estos ojitos lo han visto.

Y digo que es algo anecdótico porque el hecho de que haya un número determinado de geiko o maiko paseando por Kyoto es un atractivo que la ciudad sabiamente cultiva.

A propósito del tema, si alguien tiene interés recomiendo la lectura de un libro titulado “Vida de una Geisha” y firmado por Mineko Iwasaki, una ex-geiko del barrio de Gion Kobu que tras acceder a ser entrevistada por Arthur Golden (escritor de “Memorias de una Geisha”) quedó muy decepcionada al ver que en el libro del de Tennessee quedaban algunos tópicos, del todo inciertos según su apreciación, acerca de los cuales ella habí­a matizado con bastante detalle en el transcurso de sus encuentros con él. No he leí­do “Memorias de una Geisha”, la verdad es que tampoco es que arda en deseos de hacerlo (se me ocurren cientos de tí­tulos a los que darí­a preferencia), y el libro que os recomiendo tampoco me va a llevar a aficionarme al tema, pero creo que refleja de un modo más que certero, por las innumerables referencias que contiene y por estar escrito por alguien que conoce a la perfección el tema, el mundo de las geisha. Además está disponible por cinco euritos, que hoy en dí­a tal y como está el patio podrí­amos decir que es regalar un libro en España.

Paseando en Kyoto

Saturday, March 24th, 2007

Hace unos dí­as os hablaba acerca de la Kyoto Zokei Geijutsu Daigaku, universidad que visité el pasado domingo. Pues bien, tras aquella visita aprovechamos la luz de la tarde para pasear desde los aledaños del santuario sintoí­sta Heian Jingu hasta el Parque de Maruyama. Bonita luz pero en una gélida tarde. En mi camino saqué algunas fotos que quiero mostraros hoy para que también sea vuestro paseo. Vamos pues con la pequeña ruta.
Comenzamos en Jingu-michi (神宮道), justo al lado del Museo Municipal de Arte de la ciudad (京都市美術館). Allí­ se yergue un impresionante Torii cuya construcción data del año 1929. Recientemente fue restaurado, por ello se ve tan reluciente.

Por debajo de él pasaban algunos jinrikisha, con unos carritos muy modernizados, provistos de luces señalizadoras.

En el mismo lugar hay un canal de agua que baja desde la montaña en dos brazos y que recibe un tercero desde el lago Biwa, para finalmente desembocar en Kamogawa.

Siguiendo en dirección sur llegamos a un cruce con una calle ancha que de seguirla hacia el oeste nos llevarí­a al rí­o Kamo, justo frente a Pontocho. Pero no vamos a hacer ese camino, lo que os quiero mostrar es una pintoresca esquina que allí­ podemos encontrar:

Y como me gustó pues quise acercarme…

echar un vistacito…

y volver para proseguir el paseo.

Y lo mejor es que no es esa la única esquina que hará que nos paremos a contemplarla. La luz de la caí­da de la tarde colorea los edificios en una gama de tonos cálidos dignos de la paleta de un impresionista.

írboles centenarios cuyos troncos y raí­ces cubre el musgo. No hay sensación de tranquilidad que supere a la de admirarlos.

De repente nos topamos con la fachada principal del templo Chion-in (知恩院), ya estamos en Maruyama Kouen (円山公園).

Allí­ los cerezos se preparan para su inminente floración. Visitar este parque durante esos dí­as os puede proporcionar una experiencia única, es todo un espectáculo. Pero mientras tanto los sakura permanecen con sus ramas desnudas.

Otro espectáculo nos lo proporcionan las jóvenes ataviadas con sus kimono que pululan por la zona.

Estas con algún problemilla con el viento:

En este grupito también habí­a un chico. Y esta es una foto dentro de otra, pues una turista pidió a estos chicos que posaran junto a ella para inmortalizar un instante que seguro que rememorarán muchas veces una vez concluido el viaje.

Seguimos bajando y en uno de los callejones que emprenden el camino hacia Kiyomizudera veo un restaurante con sala de té. Echo un vistazo a través de una de las ventanas y encuentro lo que veis en la foto:

El domingo, por casualidad, nos encontramos con que en Maruyama hací­an una muestra del arte de las geiko de Higashiyama (東山), área en la que encontramos el famoso distrito de Gion (祇園). En la siguiente imagen tenemos un puesto de amazake, un tipo de sake dulce, y ameyu, un tipo de almí­bar caliente.

Y entrando por esa puerta que queda tras el puesto me encontré con una auténtica geiko que estaba en el lugar posando para ser fotografiada con los visitantes. Esta chica no es una de esas maiko de un dí­a disfrazadas para dar una vuelta por Kyoto (hay agencias en Kyoto que prestan ese servicio), esta chica es una geiko ya consagrada. Amablemente posó junto a mi y tras tomar la foto me dijo “ookini” abriendo mí­nimamente los labios, en un alarde de la elegancia (“ookini” es el equivalente al “doumo” o el “arigatou” en Kyoto y parte de Kansai).

A continuación os muestro un par de videos (perdonad la baja calidad de ambos esta vez) en el que podemos ver a dos geiko bailando al ritmo del shamisen. La voz es de la misma persona que toca el citado instrumento.

Y saliendo de Maruyama, junto a la entrada del santuario sintoí­sta de Yasaka, encontramos algunos puestos de comida que yo dirí­a que son regentados por personajes de dudosa reputación… Estos de la foto seguro que trabajan para alguien, pero al menos son simpáticos con los visitantes. A propósito, el puesto es de takenoko, raí­ces hervidas de bambú.

Y para acabar este post os muestro una imagen nocturna tomada desde la escalinata de acceso a Yasaka Jinja.

Espero que hayáis disfrutado el paseo!. Un saludo a todos y buen fin de semana!.

Charinko no ko

Friday, March 23rd, 2007

El lugar Kyoto, la hora las cinco y cuarto de la tarde, con mucho sol pero mucho frí­o. Esperamos la llegada del autobús pero aún tardará unos minutos, de modo que decido moverme un poco por los aledaños de la parada para tratar de tomar alguna foto. De repente una bici se acerca y en la cesta delantera un chiquillo, ataviado con su casco y su ropita de abrigo, clava sus ojos en el gaijin de la cámara, mientras su padre pedalea. Aprieto el botoncito, se abre el diafragma y aquí­ está:

He llegado a ver a una mujer llevando a tres crí­os en una bici. Pero la verdad es que uno no duda de la seguridad que proporcionan los padres a sus hijos antes de subirlos a la “charinko”.
Esta de la foto es una bici provista de un pequeño motor que hace más llevadera la subida de las abundantes cuestas que uno encuentra por aquí­. Al llegar a casa la pequeña baterí­a se deja recargando como si fuera un teléfono móvil.
Fijaos que en la parte trasera hay otra cesta con su malla elástica asegurando su contenido (no vayáis a pensar que este señor es Spiderman… ;-)).