El disco compacto nos trajo un sonido de verdadera alta fidelidad a cambio de la pérdida de un formato de auténtico lujo. Yo soy de la opinión de que comparar la carpeta de un vinilo con la diminuta carátula incluida en una caja de plástico barato de un CD es querer quedarse con el personal. Creo que la industria discográfica se encontró de repente con todo un chollazo, pues sin duda el nuevo formato abarataba los costes de producción.
Otra cosa es que ganamos muchísimo en cuanto a calidad sonora y posiblemente con el disco compacto se consiga hacer un menor daño medioambiental, no lo sé, pudiera ser, no tengo ni idea. Lo que sé es que un CD por muy nuevecito que sea no desprende el mismo olor que un vinilo al abrirlo, que la carpeta de un álbum de un treinta y tres revoluciones es a veces una obra de arte, que el sonido de las motas de polvo amplificadas a través del diamante de la aguja tienen una magia que los bits jamás podrán alcanzar, y que en definitiva el mero hecho de pinchar un disco requiere todo un ritual que al igual que ocurriría en una ceremonia de té japonesa nos hace apreciar la obra musical de un modo infinitamente más profundo que al dejar un CD en la bandeja mecánica de un reproductor digital para después pulsar un botón.
Desde que sacamos el vinilo de su funda de plástico cuidadosamente, sin posar las yemas de los dedos directamente sobre el microsurco hasta que colocamos suavemente la aguja sobre él estamos recibiendo un placer que la era digital nos arrebata. Pasar un cepillo de terciopelo sobre un disco devolviéndole a este su brillo original es una declaración de respeto por la obra musical que tenemos entre las manos.
Hace un mes me daba una vuelta por los almacenes Tokyu Hands de Kobe cuando me encontré con una pila de antiguos vinilos perfectamente enfundados con un plástico protector que les daba un aspecto impoluto. “Será todo caspa, oldies japoneses”, me dije, pero lo cierto es que había auténticas joyas, y todos marcados a trescientos yenes. De aquella pila rescaté todo un clásico, un álbum cuyo original ya tenía en versión digital remasterizada, pero nada que ver con el que acababa de encontrar. Se trataba del “Let it be” de los Fab Four.
Arriba vemos el frontal de la carpeta y abajo su interior.
El vinilo me sorprendió por estar en tan buen estado de conservación. Se ve que su dueño lo trató bien. Además tuvo la delicadeza de dejar dentro una revista sobre el álbum en cuestión, publicada en 1978. Todo por trescientos yenes.
Y acerca de portadas de long plays os quiero hablar de un libro que cayó en mis manos hace poco. Su título es “Record Jacket Junkie!!!” (レコジャケジャンキー!). Mirando el diseño de su cubierta podríamos pensar que se trata de un libro sobre The Beatles, pero no es el caso:
El libro, por supuesto, cuenta con una sección dedicada a los cuatro de Liverpool pero no es ni mucho menos un monográfico de la banda. Se trata de un repaso, no exento de sentido del humor, al diseño de las carpetas de algunos de los álbumes más representativos del mundo de la música contemporánea. Todo ello a lo largo de sus doscientas veintiséis páginas ilustradas a todo color. Se presenta el original de un álbum en concreto y se acompaña de los comentarios del autor (del libro) y de algunas fotos de réplicas o “parodias” (así son llamadas en el libro). Aquí vemos algunos ejemplos:
The Velvet Underground and Nico, 1967
Ban Ban Bazar, Shinjuku de matteta, 2000
Michael Jackson, Thriller, 1982
Takenaka Naoto, Resuraa, 1984
The Beatles, A Hard Day’s Night Soundtrack, 1964
The Pebbles, First Album, 1997
High Fidelity, Original Sountrack, 2000
Herb Alpert’s Tijuana Brass, Whipped Cream & Other Delights, 1965
Pat Cooper, Spaghetti Sauce & Other Delights, 1976
Sweet Cream, Sweet Cream & Other Delights, 1978
Soul Asylum, Clam Dip & Other Delights, 1988
Elvis Presley, Elvis Presley, 1956
The Clash, London Calling, 1979
Por supuesto “Let it be” también tiene sus parodias:
Scratch Bongowax, Let me be, 1998
Kaoru Jun, Ogawa Tomoko, Okumura Chiyo, Yuki Saori, 1970
皆さんのお気に入りのジャケットを教えて下さ~い。
コメントと一緒に、そのジャケット写真のリンクを付けてくれても良し!デス。
Para acabar os propongo que habléis sobre las carpetas que más os gustan en los comentarios. Podéis buscar un enlace a una foto y pegarlo junto a vuestro comentario. Será interesante. Yo voy a colocar dos que son de mis preferidas. Son más que famosas, no creo que haya alguien que no las conozca. La primera es “Abbey Road”, una obsesión que me llevó incluso a visitar el famoso paso de cebra y los estudios EMI en Londres:
La segunda es de uno de los primeros vinilos que compré en mi adolescencia, creo que pagué seiscientas pesetas en Sevilla Rock, qué tiempos. Es el “Freewhelin´” de Dylan: