Durante la pasada Golden Week estuve un par de días por la prefectura de Shiga. Esta vez aproveché para visitar otro de los grandes templos de la zona, Miidera, del que os hablaré en un próximo post. Hoy os quiero mostrar lo que encontré junto a uno de los aparcamientos que hay cerca de la entrada al recinto de Miidera.
Como habréis podido adivinar se trata de un cementerio de mascotas.
Ya en alguna que otra ocasión he hablado del trato que las mascotas reciben en este país durante el tiempo que están con sus dueños, pero resulta que cuando estos animalillos dejan esta vida sus dueños, en algunos casos, no solo no les olvidan sino que les rinden culto como a cualquier otro ser querido fallecido.
Nombres y más nombres de mascotas homenajeadas por sus agradecidos dueños.
La verdad es que yo nunca he tenido perro o gato, tan sólo tuve algunos canarios, alguna que otra carpa o pececillos rojos y una tortuga, mascotas que difícilmente marcan la vida de uno, por mucha pena que dé el perderlas. Por tanto no puedo sino tratar de comprender el vacío que a sus dueños les puede ocasionar la muerte de uno de esos perros o gatos que llegaron a casa un día siendo cachorrillos y que siempre respondieron fielmente a la voz de su amo. Sin duda ha de ser un mal trago.
La taza donde solía beber este pequeño, de nombre Yuutachan.
Me sorprendió ver aquel muro con los nombres de tantas mascotas y todos aquellos objetos que esos animales usaron en vida. Como si se tratase de personas sus dueños acuden al lugar con flores, colocan velas, fotos, incluso comida. Realmente no creo que la fidelidad de esos animales no merezca todo eso, me agrada ver que se ganaron el reconocimiento más humano: el de ser recordados.