Desde el martes pasado estamos en Sevilla y por ahora el tiempo acompaña. En estos días pasear por el centro de la ciudad no es tarea fácil, ocurre como en Kobe durante Luminarie, que uno no deja de preguntarse de dónde sale tantísima gente, todos al centro a gastar los euricos, alegría, que ya llegará enero.
Sevilla está muy cambiada en algunas partes, con su peatonalización del centro y su tranvía, con muchas obras en proceso (eso realmente no es un cambio), con más inmigración que nunca (un paseo por la Calle de las Sierpes es lo más cercano a darse un garbeo por Babel que uno puede encontrar por estos lares). Algo que no cambia es la suciedad: las calles llenas de basura, los excrementos de los perritos por todas partes, los coches y sus malos humos, la gente que fuma en cualquier parte, etc. Poco remedio le veo a eso. Como poco remedio le veo a la poca calidad del servicio, aunque eso me temo que no es exclusivo de Sevilla sino que se extiende al resto de la geografía de este peculiar país.
En fin, mirando lo bueno uno tiene el cielo más azul del mundo y uno de los cascos históricos con más duende del planeta. Valga esta fotito como ejemplo:
En lo anecdótico os quiero mostrar la foto que tomé hace dos días en el Barrio de Santa Cruz, en un anticuario que tiene este escaparate, muy nipón él con su “maneki neko”:
Un saludo a todos y los mejores deseos para la entrada en el año de la ratita.