Comenzaba el pasado viernes el día con un cielo cubierto de nubes blancas, luminosa la mañana, aún con calor y sin la amenaza de las lluvias de anteriores jornadas. Quería aprovechar el tiempo yendo a algún lugar que me ofreciera tranquilidad, buenas vistas y que a ser posible no estuviese demasiado apartado del centro. La noche anterior había encontrado de manera casual una página web en la que había unas fotos que me hicieron decidirme por Shioya, a tan solo cinco estaciones hacia el oeste desde Kobe Eki. En una de esas imágenes se veía, de izquierda a derecha, la montaña, el ferrocarril (las líneas JR y Sanyo) junto al rompeolas y finalmente el mar, el Setonai Kai. Aquel lugar se convertiría por tanto en mi objetivo, pretendía sacar algunas fotos allí y de paso hacer un pequeño reconocimiento de la zona.
El nombre de Shioya (塩屋) viene a significar “salina” (en su segunda acepción del Diccionario de la Real Academia). Se trata de una pequeña villa, arrabal de Kobe, en la cual la influencia extranjera que favoreció el puerto de Kobe desde su apertura aún se hace notar.
Allí está el famoso Monte James, donde los misioneros construyeron espaciosas casas de estilo occidental. Lugar éste que fuera testigo del espantoso espectáculo que provocara en localidades cercanas el terremoto de 1995: los incendios de Suma y Nagata.
Aunque el termómetro se empeñe en llevar la contraria, aquí en Japón la temporada estival terminó hace ya días, cuando los bañistas abandonaron las playas de esta parte de la costa. Algo que sería increíble, por ejemplo, en España, pero no en un país donde ya el antiguo Nijuuki Sekki (二十四節気), el calendario lunisolar que dividía el año en 24 secciones que marcan los cambios estacionales, señalaba el comienzo del otoño en el día 7 de agosto, día que aún recibe la nomenclatura de Risshu (立秋).
Dada la cercanía de Suma y ante tal paisaje uno no puede evitar recordar el haiku de Matsuo Basho: “寂しさや須磨にかちたる浜の秋”, que en traducción de Octavio Paz decía: “Melancolía más punzante que en Suma, playa de otoño”.
La foto que deseaba tomar no pude hacerla puesto que el lugar que ofrece la panorámica que yo buscaba está en obras, tendré que esperar a una próxima ocasión. Desde el sitio al que pude acceder el rompeolas tapaba parcialmente la vista de los trenes que por allí transitaban. No obstante la visita mereció la pena, pero como todavía era temprano me encaminé de nuevo a la estación de Shioya, no para volver a Kobe sino para avanzar un par de estaciones más al oeste, donde se encuentra Maiko, pero sobre eso os hablaré el próximo día. 🙂