Una semana en imágenes

April 5th, 2008

Martes

Sesión de fotos de boda junto al edificio que ahora se conoce como “Cafe du Kobe”, que antaño fuera el Consulado Americano.

La flor de una de las múltiples variedades de cerezo que existen por aquí­. Concretamente esta de la foto estaba en Sannomiya junto al “koukashita”.

Miércoles

Me suelo cruzar con este gato siempre que paso frente a la barberí­a de la imagen. Un animal muy “otonashii” (tranquilo).

Jueves

Entrada principal al santuario de Ikuta. Esta semana las cámaras de los teléfonos móviles han trabajado duro en Japón…

Bar de “yakitori” en Motomachi. Me encantan los anuncios “retro” de marcas de cerveza.

Viernes

Pocos sitios para una jornada de “ohanami” como el Zoo de Ouji.

Te mizu (手水)

April 5th, 2008

En la entrada de templos y santuarios en Japón siempre encontraremos unos pilones de piedra en los que los visitantes realizan un pequeño ritual conocido como “temizu”.

Pilón del templo de Kiyomizu, en Kyoto.

Ayer estuve dando un paseí­to por Ikuta Jinja, buscando cerezos. Es un santuario muy instructivo, siempre que hacen algún evento colocan tablones explicativos para enseñar a los no instruidos la manera de actuar. Ya hace tiempo os mostraba uno de ellos, concretamente el del “gosanpai”. Pues ayer vi que habí­an colocado uno muy similar para explicar el “tsukaikata” del “temizu”:

“Primero nos lavamos la mano izquierda.
A continuación nos lavamos la mano derecha.
Finalmente cogiendo agua con la mano izquierda nos enjuagamos la boca.”

Shoko y Ryota

April 2nd, 2008

“Deseo” “ねがいこと”

Ojalá sigamos así­ de enamorados por siempre.
Ojalá algún dí­a nos casemos y seamos felices.

(Esto de arriba lo escribe la chica, Shoko)

Shokotan, que seas siempre así­ de alegre y bonita.

(Y esto otro lo escribe su chico, Ryota)

“Ema” fotografiado en el santuario de Ikuta, en Kobe.

El corazón de madera con el mensaje romántico escrito en él es un “ema” (絵馬). En cualquier santuario sintoí­sta que visitemos encontraremos estas tablitas de madera.
Para entender su origen es necesario fijarse en los dos ideogramas que componen este vocablo: “絵”, que significa “dibujo” y ”馬”, que significa “caballo”. Ocurrí­a en la antigíŒedad que los caballos eran entregados como ofrendas votibas votivas por los fieles en los templos sintoí­stas. La costumbre llegó a alcanzar tal auge que para los sacerdotes “kannushi” (”神主”) llegó a un punto en el que era imposible atender tantas oblaciones. Finalmente hubo que optar por sustituir a los animales por unas tablillas de madera con la forma de un équido o simplemente un dibujo de este. Con el tiempo las formas se diversificaron, incluso cada templo le fue dando una forma personal caracterí­stica en algunos casos.

Si tenéis la ocasión de visitar uno de estos santuarios y entendéis un poquito de japonés os resultará interesante curiosear los negaigoto de los fieles. Además dependiendo de la época los deseos serán de un tipo determinado, así­ tendremos cientos de “ema” amorosos en San Valentí­n u otros pidiendo fortuna en los exámenes en época de evaluación escolar, por ejemplo.

Estos ratoncillos también estaban en Ikuta Jinja:

Aquí­ dos chicas escribiendo su negaigoto en el mismo santuario:

Más “ema”, estos en Hieizan, en Otsu, prefectura de Shiga:

Aquí­ curioseando junto a mis buenos amigos Mari íngeles y Paco, en Itsukushima Jinja (fijaos en que estas tablitas muestran el famoso torii de Miyajima):

Y en Kiyomizudera, buscando la sombrita:

Hanakuma Minami Town

March 26th, 2008

-Vaya, parecí­a que iba a llover pero la cosa se ha quedado en cielos nublados.
-¿Son esos árboles de la mediana cerezos?
-No, es aún temprano para eso, son un tipo de árbol del melocotón, como los que veí­as en “Los Sueños” de Kurosawa.
Naruhodo… ¡Mira, parecí­a que sólo iban dos chicas en las bicis pero hay una tercera!
-Jaja, yo he llegado a ver a una mamá con sus tres churumbeles en la bici.

-Sigamos por aquí­, hacia el final del paso elevado.

-Sí­, hacia el 247.

-El sitio que quiero mostrarte está aquí­ abajo. Se llama Hanakuma Minami Town, es el cuarto tramo de Motoko Town.
-Espera un momento, ¡quiero volver a sentir pasar el tren por encima de mi cabeza!

-Venga, ¡baja!, yo ya estoy aquí­, a tu izquierda. Y cuidado con las escaleras, estas no están tan limpias… Parece que son el resguardo nocturno de algún vagabundo.

-Bueno, mira, este es un lugar algo inusual en Japón. No esperes tiendas modernas, ni orden, ni escuchar “irasshai”, esto es un trocito del Japón profundo dentro de la ciudad.
Pero te gustará, ya lo creo.

-Mira, este abuelete vende ordenadores portátiles de las primeras generaciones. Menudos armatostes, me recuerdan mi viejo Amiga500.

-La mayorí­a de los tenderos son gente bastante mayor. A veces me pregunto cómo vivirán, si solo dependerán de sus viejos negocios o recibirán algún tipo de ayuda del estado. De todos modos se les ve felices aquí­, se pasan el dí­a charlando con sus vecinos o mirando la tele, como ella. ¿Te has fijado en que allí­ hay una escalera que lleva al piso superior?. Aunque te parezca increí­ble algunos viven arriba. Otro de los misterios es cómo puede uno dormir debajo del ferrocarril…

-Buscabas una cámara, ¿no? Pero aquí­ los precios quizás estén un poquito altos. Mejor más cerca de Motoko 7. Aunque esta Minolta de la derecha parece estar en muy buen estado.

-¡Mira qué simpático el pelopincho!
-Jejeje, ¿sabes?, se trata de un idol de los 80, de un grupito que se llama “Seikima II” (聖飢魔II). Y mira, detrás tienes al abuelete del KFC.

-¿Y estos?
-¡Ah!, estos son los Rats & Stars (ラッツ&スター), más nostalgia de los 80.

-Fí­jate en estas dos nenas, a eso es a lo que se llama aquí­ estar “pocchari”.

-¿Significa estar gordita?
-Bueno, viene a significar “estar graciosamente rellenita”.

-Este debe de ser Ganesha.
-Sí­, el “conductor de las huestes celestiales”.

-¡Hombre, guitarras!
-Bueno, no encontrarás marcas muy conocidas, pero sí­ instrumentos a precios muy razonables. Si se trata de tener una guitarrita para guerrear mientras uno está de paso por Japón es el lugar idóneo. Mira esa acústica de cuerpo semi-metálico, quedarí­a bien en mi casa, ¿no? Además es curioso, detrás tienen puesto el vinilo del “Hey Jude” versión americana junto al CD y algunas fotos.

-¡Wow!, cuántos cartuchos.
-Sí­, Nintendo rules… Sé de uno que fliparí­a en esta tienda.

-Otro viejo conocido, Ultraman. Esta figura es una de aquellas viejas expendedoras de chicles. Creo que habí­a que accionar sus puños para conseguir la goma de mascar.

-Este no sé si es un combatiente de Vietnam o el mismo Michael en sus buenos tiempos.

-¿Y quién será está linda azafatita?
-Pues no sé decirte, pero el de detrás sí­ que es más popular.

-Estamos llegando al final, allí­ ya empieza Motoko 3.
-Bueno, eso quiere decir que nos quedan tres tramos de curiosidades.
-Sí­, pero aquí­ no hemos terminado, no te pierdas el bolso de este chico porque lleva sorpresa…

Lapsus linguae

March 22nd, 2008

Ayer lloví­a. Fue un dí­a gris muy feote, con vientos fuertes y temperaturas un poco frí­as.
Es mala suerte que el único dí­a festivo del mes sea así­, pero la primavera es lo que tiene.
Para no malgastar el dí­a decidí­ pasarme por los almacenes Conan, que son algo parecido a los Leroy Merlí­n que hay en España, para traer unos paneles de madera y hacer algunos arreglillos en casa.

En Conan suele haber buenas ofertas (no sólo venden todo tipo de utensilios para el bricolaje, también existe material de oficina, droguerí­a, tienda de fotografí­a, electrodomésticos, etc.). Yo buscaba, entre otras cosas, un cúter. Esta palabra es un anglicismo que viene de la palabra “cutter”, a su vez derivada del verbo “cut”. Supongo que esto no supone ninguna novedad para los que lo leéis. Quizás sí­ desconozcáis que en japonés se usa la misma palabra aunque, por supuesto , adaptada al alfabeto fonético del idioma. De esto modo tenemos el vocablo “カッター”.

Pero en la sección de cuchillas habí­a un letrero que decí­a “Special Price, タッカーに注目”, que significa literalmente “Precio especial, atención a las TAKKAA (タッカー)”.

Y aquí­ se me ocurren dos posibilidades: la primera es que al que escribió el cartel se le fue el santo al cielo (ど忘れすれ) y donde quiso escribir KATTAA cambió el orden de los kana. La otra posibilidad serí­a que la misma persona confundiera un cúter con una grapadora de pistola, que sí­ que se dice TAKKAA en japonés (aunque precisamente allí­ no habí­a ninguna de estas máquinas).

¿Por qué opción os inclináis vosotros?

Motomachi Cake

March 21st, 2008

Tomé el nombre de una pastelerí­a del barrio para mi blog. Recuerdo que estaba abriendo la cuenta en aquel sitio llamado bitacoras.com (del que muchos tuvimos que salir algún tiempo después porque el servidor fallaba más que los augurios de la bruja Lola) y tení­a todos los campos requeridos rellenos excepto el del tí­tulo del blog. Entonces me puse a pensar en cosas cercanas que supuestamente guardaran algún ví­nculo con lo que en lo sucesivo fuera a aparecer en mi página. Y dicen que no hay nada más evocador que un aroma, de modo que pensé en los que asocio a este rincón de Kobe. Así­ llegué a una pequeña lista de tres opciones concretas: el café, el té houji y el bizcocho de Motomachi Cake.

El primero de ellos me pareció demasiado común dentro de la ciudad. Hay buení­simos cafés en Kobe. Obviamente no hablo de ninguna de las cadenas modernas de cafeterí­as sino de las clásicas kissaten que hay repartidas por doquier, por tanto no me pareció un elemento distintivo.
El segundo es uno de los olores que siempre recuerdo como de los primeros que pude retener el dí­a que llegaba a Japón por primera vez. Tiene para mi un significado especial y guarda toda esa confusión que experimenta el recién llegado, la excitación ante lo mucho que le queda por conocer.

De manera que solo me quedaba una opción. Si abro por la mañana la ventana de la terraza entra por ella el aroma de la harina, los huevos y el azúcar recién horneados que viene de Motomachi Cake. El nombre me pareció perfecto y me sigue pareciendo muy adecuado.

Hoy pasé por la tienda a comprar unos pasteles y estando allí­ pensé que le debí­a una pequeña dosis de veneración. Después, en casa tomamos un cafelito y aproveché para sacar una foto del “pastelito de Motomachi”. Este en concreto es el más popular de la pastelerí­a:

Se llama “zakuro” (ざくろ), que significa “granada” en español, pero curiosamente sus ingredientes no tienen ninguna relación con el fruto del granado. Quizás debe su nombre a su apariencia. Sea como fuere la cosa es que es una delicia que tan solo cuesta 250 yenes. Se trata de una de las joyas de la reposterí­a local, cualquiera que presuma de conocer la ciudad habrá oí­do hablar alguna que otra vez sobre Motomachi Cake.

Lo cierto es que desde hace unos dí­as están de reformas, pero mantienen el negocio mientras tanto en una pequeña tienda anexa, además de la que existe en los almacenes Daimaru.
Si sois golosos, como nosotros, y pasáis por Kobe no dejéis de visitar Motomachi Cake.
Igual hasta coincidimos por allí­ 😀 .

Ohanami informatizado

March 19th, 2008

El domingo estuvimos de paseo por Suma, explorando una zona que a pesar de estar a cuatro estaciones de Kobe en la lí­nea JR apenas conocí­a. El sitio tiene su atractivo, hay playa y montaña, aunque es en cierto modo demasiado tranquilo para mi, no vivirí­a allí­ a pesar de que con un alquiler como el mí­o aquí­ seguro que tendrí­a algunos metros cuadrados extra. Pero creo que necesito algo de bullicio cerca de mi, el transitar de la gente en la ciudad y la actividad de esta parece ser que me tranquiliza más que la serenidad de un lugar como Suma. Aunque es cierto que su playa cambia de cara en verano, y entonces llega a tocar el extremo opuesto.

Por cierto, allí­ acababan de abrir una nueva estación que comunica mejor con el acuario de la localidad, uno de los más importantes de Kansai. La estación se llama “須磨海浜公園”. Entre dicha estación y la principal encontramos un pequeño pero interesante templo sintoí­sta llamado “Tsunashiki Tenmangu” (“綱敷天満宮”). Atraí­dos por las flores de los ciruelos y de algún que otro tempranero cerezo que se vislumbraban desde el exterior a través de la cerca de piedra del santuario entramos a echar un vistazo.

Sobre el templo en sí­ y acerca del resto del dí­a os hablaré en otra entrada. Hoy quiero mostraros algo que nos llamó la atención por lo inusitado del hecho en sí­. En las ramas de los diferentes árboles que pueblan el recinto penden unas tarjetitas plastificadas con un código QR impreso, uno de esos que pueden ser escaneados fácilmente con un teléfono móvil de tercera generación. En la siguiente imagen podéis ver un ejemplo:

Y aquí­ veis la tarjeta ampliada (si disponéis de un teléfono móvil con la opción de escaneado de código QR podéis hacer la prueba ustedes mismos, os aseguro que funciona):

Si procedemos a hacer la prueba y el código es leí­do con éxito obtendremos una pantalla similar a esta:

Una vez aquí­ continuaremos abriendo el ví­nculo y podremos ver una nueva pantalla:

Si hacemos scroll verticalmente podremos leer toda la información contenida en la página, donde se nos informa de la especie a la que pertenece, el perí­odo de floración, peculiaridades que supuestamente nos ayudarán a distinguir el árbol de otros similares, etc.:

Como podéis ver se trata de la versión más interactiva de la contemplación de las flores, el ohanami informatizado ha llegado.
La verdad, a mi estas cosas me chocan bastante. Siempre he admirado la muy sana y buena costumbre de los japoneses de salir a disfrutar del regalo que la naturaleza nos hace por estas fechas cada año, por ello la idea (en principio muy instructiva y todo eso) de que en cada arbolito me vengan a colocar a partir de ahora una estampita me hace sentir pavor de cómo puede evolucionar y en qué puede derivar esto.

Kibune (貴船), 1ª parte

March 15th, 2008

No muy lejos del centro, a apenas treinta minutos en tren en dirección norte, encontraremos uno de los secretos más valiosos de Kyoto, los valles de Kibune y Kurama. Allí­ estuvimos hace ahora un mes, en busca del paisaje invernal más tradicional y pintoresco que puede ofrecer Japón.
La guí­a Lonely Planet aconseja comenzar la exploración del lugar desde Kibune si elegimos el invierno para ello, y así­ decidimos hacerlo. Hoy mostraré un poquito del trayecto de subida desde la pequeña estación de Kibune Guchi hasta la entrada del santuario sintoí­sta de Kibune.
En nuestro caso, puesto que salimos desde Sannomiya en Kobe, llegamos a la estación de Hankyu Kawaramachi (河原町) y desde allí­ caminamos hasta la estación de la lí­nea Keihan (京阪), unos cinco minutos a pie. Una vez allí­ compramos un billete especial llamado “Kurama-Kibune 1 day ticket” (es el que veis en la imagen):

Por 1140 yenes podemos ir desde la estación de Shijyou (四条) hasta Demachiyanagi (出町柳) y una vez allí­ tomar el tren panorámico de la lí­nea Eizan (叡山) que nos lleva hasta Kibune Guchi o Kurama. Con el mismo ticket podremos luego hacer el camino de vuelta.

La subida es espectacular si tenéis la suerte de disfrutar de un dí­a con el tiempo que nos tocó a nosotros. Al salir de Demachiyanagi el cielo estaba despejado y bien celeste, pero conforme ascendí­amos í­bamos viendo como la nieve comenzaba a caer. La siguiente imagen es de la estación anterior a la de Kibune Guchi, su nombre es Ninose:

Una vez en Kibune Guchi paramos para celebrar la llegada tomando una instantánea. También era el momento de pararse a reflexionar sobre la dureza de la excursión que tení­amos por delante, el termómetro ya señalaba 0 grados y estábamos en el punto de menos altitud de nuestro recorrido:

Saliendo por la parte derecha de la estación empezamos a caminar cuesta arriba siguiendo la carretera:

Una paradita para tocar la nieve. Lo cierto es que para mi era la tercera vez en mi vida que tení­a la ocasión de pisarla:

En el camino una señal nos avisa de que los animalitos del bosque lloran si hay un incendio 🙁 :

Las carreteras de montaña en Japón suelen ser estrechitas, en muchos lugares de un carril único en algunos tramos, obviamente se usa el mismo para subir y bajar, de modo que estos espejos son más que necesarios:

Aquí­ Ana y Yito hacen un alto en el camino para averiguar que dice el cartel. Se trata de un lugar llamado “Hotaru Iwa”, literalmente “La Roca de las Luciérnagas”. La pureza del agua es bastante alta, pues de no ser así­ es poco probable que estos coleópteros puedan criar allí­. Debe ser un espectáculo pasear por este rincón en una noche de verano:

Por todo nuestro camino tenemos a nuestro lado derecho el rí­o Kibune:

Y tras una media hora de camino comenzamos a ver las primeras casas, convertidas en restaurantes en su mayorí­a:

Para llegar a Kibune Jinja hemos de pasar de largo una vez ante la escalera que posteriormente habremos de tomar para dirigirnos a Kurama, cuyo punto más alto se sitúa a 634 metros sobre el nivel del mar:

Junto a la entrada de uno de los espectaculares restaurantes de Kibune Gawa estaba este simpático tanuki:

En estos establecimientos se puede disfrutar durante la temporada estival de las comidas conocidas aquí­ como kawa-doko, servidas en plataformas sobre el mismo rí­o. He oí­do que se trata de una de las experiencias más refrescantes que nos puede ofrecer el extremo verano de Kyoto, aunque los precios suelen ser bastante altos y se recomienda reservar.

Tras este puente está el camino de ascenso a Kurama. Aprovechamos para sacar esta foto:

Y, como os decí­a, hoy llegaremos hasta el torii de entrada del satuario de Kibune. Desde aquí­ continuaremos en un próximo post:

Gente SKY

March 13th, 2008

Entre el argot y la jerigonza existe en Japón un nuevo código lingüí­stico creado y usado por los jóvenes, propio del más informal de los registros y quizás originado por el mal uso de las nuevas tecnologí­as (el “keitai” tiene mucha culpa de ello).
Hace poco escuchaba a una amiga que me hablaba sobre una persona cercana a ella, alguien que al parecer tiene especial habilidad para ser inoportuna, una de esas personas que suelta el comentario menos esperado en el momento menos adecuado. Aquí­ existe una expresión para referirse a ello: “空気が読めない” (kuuki ga yomenai, que podemos traducir por “que no es capaz de leer el ambiente” o bien “que no puede leer entre lí­neas”). Pues bien, la expresión es ahora acortada a dos letras “K.Y.” y estas siglas se leen con la pronunciación inglesa “/kei/ /wai/”.
Más allá de esto escuché de otra persona que cuando sus compañeras de trabajo más jovencitas hablaban sobre alguien cuyo problema para leer el ambiente es ya demasiado grave, se refieren a esta persona como “SKY” (pronunciado como cielo en inglés, es decir “/skai/”), puesto que en ese caso estarí­amos ante un “super kuuki ga yomenai”…

Ayer por la noche en uno de esos programas de televisión plagados de famosetes, que tratan de divertir al personal llevando a cabo todo tipo de juegos y pruebas de lo más absurdo, un grupo de ellos trataba de averiguar el significado de algunas de estas nuevas “creaciones” léxicas. Os dejo aquí­ tres ejemplillos:

– “M.M.K.”, que significa “モテてモテて困る” (motete motete komaru, que podemos traducir por “ser muy, muy popular acarrea problemas”), algo que dirí­a alguien cuyo narcisismo le llevara a tener una autoestima inaguantable.

Un momento M.M.K. de mi amigo Ryo, aunque él no es nada inaguantable, es un crack. 😀

– “K.I.”, que viene a significar “カラオケ行きたい” (karaoke ikitai, “quiero ir al karaoke”), una expresión que dice mucho de las inquietudes de estos jóvenes…

Otro buen amigo y otro crack, Hiro, siempre dispuesto a decir eso de K.I. 🙂

– y finalmente “C.B.”, “ちょっと微妙” (chotto bimyou, “un poco ambiguo”, “con doble lectura”), que dirí­amos de algo o de alguna situación que de pie a la falta de claridad, por ejemplo un gol fantasma de esos que ocurren con frecuencia en la liga de fútbol.

¿Geisha auténtica o disfrazada?, ummm… ¡C.B.! 😮

El maestro del umeshu

March 12th, 2008

Ahora mismo mientras escribo tengo en la mesa un vasito de umeshu, uno de los licores más populares en Japón. Me reconozco un bebedor ocasional pero no hago ascos a una de esas copitas que uno degusta tras la cena en el sofá.
Siempre que recibo a algún forastero por aquí­ y salimos a reconocer la ciudad llega ese momento inexorable en el que escucho eso de “!vamos a tomarnos unos sakes!”. Unos saques de banda les digo yo. Así­ que como buen cicerone trato de satisfacer al visitante aunque, eso sí­, normalmente les aconsejo probar otros tipos de alcohol, pues rara vez se acaban la copita de sake. Nominikui, que dicen por aquí­ de las bebidas que entran con dificultad.
Desde hace algún tiempo yo siempre me suelo inclinar a la hora de pedir por el umeshu, el licor de ciruela japonesa, el fruto de los árboles que aquí­ están precisamente ahora en plena floración. Su elaboración es tan sencilla que cualquiera puede prepararse su garrafita de umeshu. Sólo necesitamos algunas ciruelas, azúcar concentrado y alcohol (normalmente para el tipo de elaboración casera se usa shouchu).
Una botella de umeshu sale bastante baratita. Yo compro la marca Choya, que suele estar en cualquier tienda. Este es el tipo más básico, con ciruelas en su interior y que cuesta unos mil yenes. Su gradación es de 14º:

Este otro tipo, de la misma marca, se llama Choya Ume Excellent y viene mezclado con brandy. También es bastante económica la botella, no llega a los mil trescientos yenes. Tiene una gradación de 14,7º:

Prefiero el sabor de este último tipo, aunque siempre podemos mezclar el primero nosotros mismos. Yo me traje desde Sevilla para ello una botellita de Terry Centenario de Jerez, y el sabor es aún mejor.

Estas ciruelas de la foto son del mismo tipo de las que se usan para preparar este licor, aunque estas en concreto las estaban secando al sol con sal para usarlas como umeboshi:

El año pasado conocí­ a Kanayan, un chico cuyo trabajo está basado en el umeshu. Nadie conoce como él este mundillo. El domingo estuvimos charlando un rato sobre el tema y él se reí­a cuando yo le hablaba de la marca que consumo, para él debe ser algo parecido a lo que al buen vitiviní­cola pudiera ser un tetrabrick de Don Simón. Así­ que decidido a ilustrarme cogió el camino a casa y al cabo de un rato se presentó de nuevo en el bar en el que estábamos con una botella de Nishi Yoshino Ume Genshu (igual a Flapy le queda más cerca que a mi el lugar al que debe la denominación de origen este alcohol). He de reconocer que son palabras mayores, está buení­simo y tiene una coloración rojiza totalmente diferente. Desde ahora trataré de aprovechar los sabios consejos de Kanayan, quien por cierto estaba muy contento de saber que las dos botellas de umeshu que me llevé a Sevilla por navidades tuvieron buena acogida (mejor que el sake).
Aquí­ tenéis a Kanayan portando una botella de 1800 ml. Esta sale por unos 5000 yenes:

Bueno, ¿qué tal?, ¿hace una copita?