Cómo buscar un libro en Junkudo

February 22nd, 2007

Siempre he pensado que buscar un libro en un lugar como Junkudo, con varias plantas repletas de estanterí­as llenas de pequeños libritos, todos con su lomo lleno de ideogramas, podrí­a llegar a ser una tarea digna de dedicarle una nueva licenciatura entre los estudios para extranjeros que ofrece Japón.
Hasta la fecha siempre que me habí­a visto en la necesidad de buscar un libro habí­a recurrido a mi intuición (que no tiene una fiabilidad demasiado alta pero suele sorprenderme de vez en cuando, ni Luke Skywalker ni Lola Montero) o al clásico método de preguntar (aquí­ lo normal es que si a cualquier persona del staff le damos algún dato con un mí­nimo de concreción, el libro acabe por aparecer en manos de dicha persona, a diferencia de, por ejemplo, lo que ocurre con El Corte Inglés, por poner un ejemplillo que me viene a la cabeza…).
Pero lo cierto es que no quiero que llegue el dí­a en que yo pise la librerí­a Junkudo y vea como el staff ante mi presencia corra despavorido a buscar un lugar en que ocultarse, de modo que el otro dí­a me aventuré a usar una de las nuevas máquinas que han colocado allí­ para localizar libros.
Aquel mismo dí­a habí­a estado almorzando en un restaurante de Nankinmachi cuyos dueños, un matrimonio mayor, siempre me honran con su cálida conversación mientras a mi plato no deja de llegar comida, son amabilí­simas estas personas, de verdad. Su restaurante se llama So-Hey, pero les dedicaré un post enterito a ellos, como se merecen.
El caso es que me hablaban de un artista amigo de ellos, llamado Narita Ittetsu, que hace dibujos en blanco y negro de bares y restaurantes de todo Japón. Recientemente ellos recibieron de este artista un dibujo de su propio restaurante, dibujo que está colgado de la pared, tras la barra.
Me llamó la atención gratamente y decidí­ comprar algunos libros de Ittetsu, así­ que esa iba a ser mi búsqueda en Junkudo.
Una vez en la tienda me dirigí­ a una de esas máquinas que antes os comentaba. Son de pantalla táctil. Seleccioné la entrada de caracteres romaji e introduje el nombre del libro en cuestión: “To the Bar”, y rápidamente me apareció el resultado de la búsqueda. Aparecí­an dos tipos de ediciones, una de prestigio con pasta dura y otra de bolsillo. Pulsé sobre la de bolsillo y obtuve toda la información que a continuación imprimí­ en el papelito que vemos a continuación (hay unas pequeñas impresoras dispuestas para uso de los clientes):

Lo que aparece arriba es un mapa de la segunda planta y la parte negra es donde se encuentra el libro. Después bastará con mirar en la editorial y dirigirnos al lugar señalado en el mapa. Buscamos en el lateral de las estanterí­as, donde en letras bien grandotas están escritas las editoriales que contiene cada una de ellas. En mi caso era Asahi Bunko, en japonés 朝日文庫, ¿veis estos ideogramas en el papelito?, pues a su derecha hay un kana, concretamente な. Los kana tienen un orden como nuestro alfabeto, y ese orden se usa por ejemplo en los diccionarios del mismo modo que nuestro abecedario. Pues en estas estanterí­as es exactamente lo mismo, así­ que cuando llegamos a los libros marcados con ese kana sólo hemos de buscar el código que aparece marcado en el papelito a la derecha de な, que es el 25-1, y ese es nuestro libro.
Aquí­ veis un detalle del lomo del libro:

Esta es la portada:

Y la contraportada, donde vemos como el ISBN coincide con el del papelito, por supuesto:

Si tenéis interés en conocer algunos de los mejores bares de Tokio, Osaka, Kobe y Kyoto este librito es una guí­a perfecta.

Nihon no sora

February 21st, 2007

El cielo desde mi terraza.

El cielo del verano de Shiga.

El cielo en el espejo del puerto de Kobe.

El cielo que no quiere ser gris.

¿Cómo es el cielo donde vives? ¿Por qué no lo fotografí­as, subes la foto a internet y lo enlazas en los comentarios? Veamos esos cielos!!! 🙂

Si no sabéis cómo hacerlo me las podéis enviar a motomachicakeblog(arroba)hotmail.com y yo las subiré al blog.

Shiro Kuro V

February 19th, 2007

Hace tiempo que no subo fotos en blanco y negro. Y lo cierto es que no tengo material que me guste mucho últimamente, pero bueno, sea por no perder la costumbre del shirokuro. Os dejo una muestrita.

Paso de peatones al sur de la estación de Sannomiya.

Otro paso de peatones, me gusta ver como la gente los cruza :-). Este está en el Shotengai de Motomachi, concretamente entre el 1 choume y el 2 choume.

Cerca de mi casa, una de las calles que cruzan perpendicularmente el Shotengai. Ayer lloví­a bastante y hací­a un viento muy frí­o.

Dependienta de una famosa pastelerí­a de Sannomiya. Todas las chicas llevan ese uniforme allí­, pero no se trata de una meido kissa.

Lo que mal empieza…

February 16th, 2007

Larga historia esta con solución difí­cil. A ver, dejadme que os sitúe. Resulta que uno, como sabéis, trabaja en Japón, pero, claro, una vez al año pues me escapo unos dí­as a Sevilla para estar con mi gente. El resto del año soy uno más aquí­, trabajando seis dí­as y llevando una vida normalita. Digo esto porque me consta que a algunas personas les suena eso de vivir en Japón a lujo, y no es precisamente el caso, no, no hemos visto por este blog fotos de mi coche ni de mi chalet en primera lí­nea de playa ni cosas de esas, más que nada porque no las hay y dudo que las haya (tampoco las pretendo, eso es cierto). En fin, esto viene a cuento de que cuando estoy en España pues me apetece traerme algunas cosillas para no olvidar los sabores de mi tierra a lo largo del año, de modo que este año, aprovechando que las leyes aduaneras sí­ permiten la entrada de lácteos en Japón (la carne es otra cosa, un tema a tratar también muy largo…) me fui a comprar unos quesitos manchegos, un pequeño vicio que tiene uno.

Como son algo pesados y sólo llevábamos una maleta, pues se nos iba el peso del lí­mite marcado por las “amabilí­simas, baratas y comprensivas” lí­neas aéreas (lí­tote), que establece que un bulto, aunque sea la única facturación que dos personas hacen (cada una tiene derecho a 20 kilos, sumen, creo que salen 40) sólo puede ascender a 32 kilos. Esto es nuevo, en diciembre de 2006 fue la primera vez que me hablaron de esto. Y por muy pesada que se ponga la señorita que me atendió en el mostrador de Iberia en Barajas, es la primera vez que me ponen pegas por ello (uno no es Phileas Fogg pero sus millas lleva en lo alto). Bueno, lo de los aviones es otro tema también, todo a su debido tiempo, que me caliento y no paro.

Pues viendo los quesitos me voy a la oficina de correos de mi barrio sevillano para comprar una caja de cartón, de esas reglamentarias de correos. Llego al lugar y veo dos colas: “Admisión” y “Entrega”, y me pregunto a cuál de ellas tengo que ir para comprar la caja. Ante tal interrogante retórica me decido a ir a la cola más corta, la de entrega. Cuando me llega el turno una señorita me dice que eso no puede hacerlo ella, que de eso se encarga “el compañero” (con el funcionariado hemos dado, me digo), a lo que le contesto, de un modo educado pero directo, que no voy a hacer otra cola para comprar una puta caja. La chica recapacita por un momento y le grita “al compañero” (eso de pasar la pelota al de al lado en oficinas de la administración y servicios me suena, un dedja vu???…) “¿cuánto vale la caja grande?!”, a lo que yo raudo y veloz replico “señorita, la caja es mediana”, vivaracha la muchacha. Después le pido el impreso para enviar un paquete postal internacional, puesto que es un incordio hacerlo en el momento de la entrega. Ella me entrega un papel de certificado normal, y le digo: “perdone, pero no es este, se trata de un papelote grandote así­ tamaño A4” (uno ha tenido que enviar algún que otro paquete en los últimos seis años). Ella porfí­a y yo, cansado de tanta incompetencia en tan poco tiempo, dejo el tema. En fin, después de clavarme casi tres euros por un trozo de cartón me vuelvo a casa para preparar el enví­o.

Al dí­a siguiente tengo una caja con café, desodorantes (si vení­s a Japón traéroslo de allí­ que aquí­ hay pocos y son carí­simos y malos, nada como un buen Sanex), crema dental y los quesitos. Diez kilos, que serán enviados a Japón por el módico sablazo de 63,70 eurazos del ala en una cantidad de tiempo que podrí­amos definir como “vaya usted a saber”.
Eso fue el dí­a 11 de enero. Ayer, dí­a 15 de febrero el paquete llegó a casa. Se ve que los viajes largos cansan a las personas y también a los objetos, puesto que nuestro paquete adelgazó por el camino, perdió nada menos que cinco kilitos, sin dieta del natto, él solito. Además, la maravillosa caja de tres euros vení­a hecha un poema.
Cuando abrí­ la caja, obviamente faltaban mercancí­as, en concreto los quesos.

Lo primero que se me ocurre es pensar en la aduana, y llamo a la oficina de atención al cliente en Osaka, pero me dicen, como yo imaginaba, que ante cualquier problemilla por recibir una mercancí­a inadecuada ellos se ponen siempre en contacto con el destinatario, para que él mismo decida qué hacer con esas mercancí­as, si devolverlas o incinerarlas, es el protocolo. También me confirman una vez más lo que hicieron ya antes por carta, decirme que el queso y los lácteos en general sí­ pueden entrar libremente.
O sea, descartamos la hipótesis de la aduana en el aeropuerto de Kansai.

¿Qué opciones me quedan?, buscar el recibo del enví­o, el ticket del pago y luego poner una reclamación.
Primero voy a la web de correos, pero no hay ningún formulario electrónico para este caso, sólo para paquetes no entregados o extraviados. Enví­o entonces una queja a través de la sección habilitada para ello en la misma web. Pero como sé que eso y nada es más o menos lo mismo pues llamo directamente a Correos.

Tras escuchar a varias máquinas de esas de “si está usted encabronado pulse el 1, si está aburrido pulse el 2, si le va la marcha pulse el 3”, me ponen con una señorita que me pregunta por obviedades pero a la que le resulta extraño que yo no haya dicho nada a la persona que entregó el paquete. A ver, un señor de correos llega a tu puerta con un paquete que hace un mes que no ves, paquete que conoces de un rato, y él mismo lo coloca en el suelo del “genkan”.
En fin, ahora tengo que ir a la oficina de Kobe para que levanten un acta en el que acepten por escrito la evidencia de que el peso que figura escrito en la caja no se corresponde con el real. Manda pelotas. Y todo eso para comenzar una “investigación”, dice la señorita de Correos, como si fueran a llamar a Mahone el de Prison Break para buscar mis quesitos fugados de Fox River. Pues eso, todo para en el mejor de los casos recuperar unos 20 euros que apenas alcanzan a pagar uno de los quesos.

Por supuesto que doy por perdidos los quesos, no soy un iluso, más que nada porque ya a estas alturas habrán sido repartidos y quizás digeridos (mala digestión le dé al hijo de puta que los tenga y se gaste una pasta en aspirinas). Por supuesto que cursaré la reclamación.
Pero lo más triste es que ya no confiaré en Correos nunca más para estas cosas, y ese consejo os doy. Una pena, creí­a que era una de las cosas que en España aún funcionaban bien.

St. Valentine´s day

February 15th, 2007

Este dí­a que para muchos es idí­lico amaneció en Kobe con un viento terrible y lluvias, vamos, perfecto para salir con la bici a jugarse la vida por esas cuestas de la ciudad ;-).
Bueno, ya dejé más o menos clara mi visión sobre la festividad de San Valentí­n en Japón. Pero una vez que llega no queda más que resignación, eso sí­, una resignación deliciosa, porque qué chocolates, oiga…

Bueno, antes de mostraros los chocolates que recibí­ querí­a enseñaros el cielo que ha lucido la tarde de hoy, de verdad que hoy no hay Photoshop, era como lo veis:

Os los enseño en el orden en que los recibí­. Primero esta maravilla que Eriko me trajo desde Kyoto. Eriko, chica, me da pena comerme esto!!!. Bueno, fijaos en el diseño de la cajita y en los chocolates, una pasada. El de la izquierda tiene whisky (una base dulce), limón (base de leche) y café (una base semidulce). El de la derecha tiene Cointreau (base de chocolate blanco), caramelo (base de leche) y Brandy (base de leche):

Este otro de mi amiga Akiko. En esta ocasión de Mikage Takasugi, en Kobe. Trozos de buen chocolate con almendras, mantequilla normal y de cacao, castañas, naranja, café, etc. Este sí­ que lo he catado y está de lujo:

Hace unos dí­as estaba en Daimaru y se me antojaron estos. Así­ que le dije a Yito que si traí­a algunos que fueran estos. Son de Kobe Morozoff, chocolateros conocidos en todo Japón que comenzaron su negocio en Kobe, rellenos de Brandy y Whisky, un placer eso de mezclar buen alcohol con cacao. Por cierto, Morozoff es una compañí­a que no dejó de producir su chocolate incluso durante la guerra y que sólo paró dicha producción cuando las raciones de azúcar fueron paradas a finales de 1944. Actualmente la compañí­a tiene su base en Rokko Island:

Un grupo de amigas me regalaron esta otra maravilla de Kyoto, cerca de Gion hay una cafeterí­a llamada Tsujiri, donde siempre hay una enorme cola para entrar. Si pasáis por allí­ no dejéis de intentar probar sus productos, por ejemplo el helado de maccha, es una delicia. Estos de la foto son pequeños bocaditos de un chocolate extrafino y blando espolvoreado con té maccha. El sabor de Kyoto derritiéndose en la boca de uno:

También desde Kyoto me han regalado estas chocolatinas con sabor a maccha, sakura. Es increí­ble pero el sabor es de lo más auténtico. Y alguno se preguntará si es que es normal comerse las hojitas de la flor del cerezo. Pues sí­, se preparan pasteles, inciensos y perfumes con esa esencia, y no está nada mal:

Si antes hablábamos de Morozoff ahora le toca el turno a Goncharoff, también de Kobe. Esto es de lo mejorcito que he probado hoy. Súper blando y con un aroma muy fino de Brandy:

Finalmente mi amiga Minako me sorprendió una vez más. Fiel a sus gustos este año me volvió a obsequiar con chocolate de Godiva. Ella me dijo que imaginaba que recibirí­a chocolate, de modo que prefirió ser más original y me regaló este vaso térmico con una tampografí­a de Lost, me gusta!!!!:

Sakuran

February 13th, 2007

Hace unos dí­as me encontré en un convini con la colorida portada de una revista de televisión que mostraba la imagen de una bella meretriz de la época de Edo. La portada me gustó tanto que estuve a punto de comprar la revista, pero no lo hice porque en el interior no habí­a más que una aburrida guí­a de televisión en blanco y negro impresa sobre papel de baja calidad.
Ayer pasé por la tienda de Tower Record que hay en el nuevo centro comercial de Sannomiya, Mint Kobe. Allí­ puede uno encontrar la revista de la tienda, llamada “No music no life”, que es gratis y contiene algunos artí­culos bastante interesantes y con fotografí­as muy buenas. Y mi sorpresa fue encontrar aquella portada de la revista del convini, esta que os muestro aquí­:

Pues se trata de una nueva pelí­cula, “Sakuran” (hací­a tiempo que no veí­a una página web oficial así­!), que nos lleva al perí­odo de Edo, en Tokio, concretamente en el mí­tico barrio del placer Yoshiwara, y es que la pelí­cula se centra en aquel lugar en particular. Yoshiwara no era un simple distrito de prostitutas, era mucho más, era un lugar con una distinción, con una clase, no iba cualquiera a disfrutar de los servicios de las populares chicas que allí­ habí­a, y de hecho muchos hombres soñaban con poder permitirse una noche de placer en Yoshiwara.

Como nota curiosa el fotógrafo Nobuyoshi Araki se crió en frente de un pequeño templo al cual algunas prostitutas arrepentidas iban a rogar por una vida digna y también aquellas cuya edad las iba colocando al margen del negocio acudí­an para suplicar por un nuevo medio de vida.
En la actualidad, de aquel Yoshiwara tan sólo queda ese pequeño templo y un sauce llorón que según se cuenta era objeto de la mirada melancólica de muchos clientes que tras salir de aquellas casas del placer ya anhelaban poder volver. Lo que conocerí­a Araki, y que obviamente sirvió de inspiración para su arte, no era más que la decadencia de lo que un dí­a fue aquel barrio.

La directora de este nuevo filme es una fotógrafa japonesa de proyección mundial, llamada Mika Ninagawa. El color es la clave de su trabajo. No dejéis de echar un vistazo a su página web.
A continuación os muestro algunas fotografí­as de la pelí­cula:

En la siguiente vemos a la chica con un séquito de hombres que la acompañaban cuando un cliente distinguido requerí­a su presencia. El acto constituí­a casi un espectáculo público, todos ansiaban ver la escena, y para el cliente era todo un privilegio:

La actriz principal es la cantante Anna Tsuchiya, que goza de bastante popularidad aquí­ en Japón. Jovencí­sima pero ya madre y divorciada. Es guapa pero a mi de rubia no me dice mucho esta nena:

La que sí­ merece mi admiración total es Sheena Ringo, cantante del grupo Tokio Jihen, que si no habéis escuchado ya estáis tardando, porque, al menos para mi, son la mejor banda de pop de Japón. Ella, en solitario esta vez, se ha encargado de la banda sonora de la pelí­cula. Aquí­ veis a Sheena:

Y en esta otra imagen con el resto de componentes de Tokyo Jihen:

Finalmente una curiosidad en relacción al merchandising de la pelí­cula. Es un nuevo perfume que creo haber visto hace ya algún tiempo pero que aprovechando la imagen de su frasco ahora se vende como la fragancia de Sakuran. Su nombre es Juicy Jewel, chicas, por si lo queréis probar:

Fender MEXICO 70s Stratocaster 3TS/R

February 11th, 2007

Bueno, pues al final no me traje ninguna de las que pensaba hace unos dí­as, al final la que me convenció fue una Fender Stratocaster mexicana, modelo años 70. Una guitarra que hace unos añitos hubiera soñado.
Cuando fui ayer a Ishibashi y probé aquellos dos modelos del post del otro dí­a la verdad es que no me sentí­ muy atraí­do por ninguna de las dos guitarras. Pero esta estaba allí­ colgada esperando y sí­ que me habló, y además estaba al mismo precio de las otras dos, con un 40% de descuento de su precio original!.
Es preciosa, ¿no?:

La pala tiene la curvatura original del modelo de época:

El anclaje del mástil también es diferente al habitual en las strato:

Tan nuevecita y brillante que da miedo cogerla. Tras tocarla un ratillo ha aparecido un ruidillo de tierra que no creo que sea mayor problema. De todos modos mañana seguramente pase por la tienda a que le echen un vistazo. Prefiero estar seguro de que está perfecta.
Ah, y el ampli Roland es un cañonazo, potente el pequeñí­n.

Bonita mi “Little Wing”. deshou?!

El cochecito del yakiimo

February 9th, 2007

A veces este pequeño vehí­culo pasa cerca de mi casa. Recuerdo la primera vez que lo escuché, y reconozco que me puso de los nervios, pues en la parte trasera lleva una olla que es constantemente calentada con leña y el vapor que sale emite un pitido bastante desagradable. Pero claro, eso es porque yo no lo asocio al sabor de la batata asada en invierno, algo que se me escapa como gaijin que es uno. Es lo que llaman por aquí­ “yakiimo”. Y es cierto que después de probarla el ruido se hace menos cansino, a todo se acostumbra uno, ¿no?.

En otras ocasiones pasa otro vehí­culo similar vendiendo ramen calentito. Pero ese suele llevar alguna musiquilla amplificada por una vieja megafoní­a. Ese es más agradable.

En fin, si os encontráis con alguno de estos cochecitos no dudéis en probar su comida en una tarde frí­a de invierno, sin duda la hará más cálida.

18 cuerdas…

February 8th, 2007

Siempre me ha gustado la guitarra, a pesar de ser bastante mediocre tocándola, pero bueno, soy de los que piensan que aquí­ lo importante es participar, y yo guitarreando consigo un estado de relajación que roza lo ascético, así­ que con eso me vale.
Aquí­ en Japón tengo un par de guitarrillas, poca cosa pero apañaditas: una Yamaha APX-5A electroacústica que me compré en Kobe, y una Alhambra 3F que tengo desde que estaba en la secundaria. La segunda de ellas me la traje desde Sevilla la primera vez que viajé después de venirme a vivir a Kobe, y una azafata de tierra de Air France casi me joroba el plan, porque decí­a que tení­a que facturarla. En esos casos lo mejor que puede hacer uno es hacerle perder tiempo al malaje de turno, que seguro que cuando vea la cola desesperándose se derrumba ante la presión y os da el visto bueno, como pasó en mi caso. Me iba a venir yo sin mi guitarrita, anda ya, ome!!!!.
Esta de la foto es la Yamaha, que suena muy bien cuando se amplifica gracias al previo con ecualizador que lleva de fábrica:

Y aquí­ mis dos niñas:

El chiquetí­n del medio es un Roland Cube 20X que se ha venido hoy a vivir a casa. Siempre me ha gustado ese ampli, desde que escuché a mi gran amigo y compañero de tocatas Julio, que tení­a un modelo similar pero de los ochenta. Es un ampli chiquetito pero matón, y esta versión viene con efectos incorporados, y con el sello de calidad BOSS. Apenas lo he catado un ratito con la Yamaha, pero en realidad no lo he comprado para ella, aunque con esa guitarra suena como si el que la toca supiera tocar!.
Este es el panel del Roland:

El ampli lo he comprado por dos razones, una porque estaba tirado de precio y se estaba vendiendo como churros (17800 yenes) y la otra razón y más importante es porque se me ha antojado una eléctrica. Aún no está en casa porque no acabo de decidirme por un modelo. Pensé en una Gibson Les Paul, pero sus precios me hicieron olvidarme de la idea (la más barata 170000 yenes; es una guitarra para profesionales y no es precisamente el caso, serí­a como dicen aquí­ “mottainai”, “una pena”). Así­ que en mi lista estaban las Fender en segundo puesto, que se ajustan más a mi presupuesto.
Fui a la tienda más grande de instrumentos musicales aquí­ en Kobe, que es Ishibashi, y vi dos modelos que me gustaron (no es nada fácil elegir cuando hay tantí­simas guitarras a tu alrededor), la dos de esta foto (la primera es made in Japan y la segunda made in Mexico, el precio el mismo):

stratocasters

¿Cuál os gusta más?

Cosas que uno encuentra en su buzón

February 7th, 2007

La publicidad de los buzones no es algo exclusivo de España, no, ni mucho menos. En Japón encontraremos todo tipo de anuncios, panfletos de grandes almacenes, del servicio de reparto de pizza a domicilio, de móviles, etc., etc.
En lugares como donde yo vivo, un modesto apartamentito en un bloque de pisos del centro de Kobe, hay una recepción en la entrada en la que trabaja el “kanrinnin”, el portero de toda la vida, para que nos entendamos. Así­ que el tema de la publicidad suele estar controlado: existe un lugar en el que los repartidores depositan sus tochos de papel y el que esté interesado ya irá luego a coger lo que sea.
Pero es curioso, hay una publicidad que sí­ que llega al buzón, este tipo que os enseño a continuación:

Lo cierto es que nunca he visto a la persona que deja este tipo de octavillas en los buzones, pero cada semana no encuentro menos de diez de ellas (me refiero a los papelitos, no a las nenas ;-)). Imagino que no están donde el resto de la publicidad, junto a la puerta, porque serí­a poco decoroso a ojos del vecindario, y supongo que por ello esta publicidad sí­ que se deposita en el interior de nuestros buzones.