Es uno de los mayores atractivos turísticos del país, declarado Patrimonio de la Humanidad en diciembre de 1996 por la UNESCO. El entorno natural en el que se encuentra ubicado es sencillamente perfecto, ideal, roza lo onírico, un placer para los sentidos. Hablamos del templo de Itsukushima, santuario sintoísta construido en el mar, adorado como un dios que guarda al mismo mar.
Su estilo arquitectónico es conocido por la nomenclatura de Shinden.
Su construcción original data del año 593, pero fue remodelado en la actual estructura en 1168 por Taira-no-Kiyomori.
Podemos dividir su composición en las siguientes partes: una capilla principal, un escenario de teatro Noh, dos cuartos de música y algunas capillas menores. Todas estas partes están unidas por una serie de pasillos cuya longitud total alcanza casi 300 metros.
Hoy os mostraremos el templo tal y como nosotros tuvimos el privilegio de conocerlo.
Este es el ticket de entrada, cuyo precio son 500 yenes, si mal no recuerdo:
Aquí podéis ver la entrada al templo. Entre nosotros se puede leer en una vieja inscripción de madera ÂItsukushima JinjaÂ:
A la derecha de dicha inscripción se encuentra esta enorme pila con el agua purificadora que todo templo suele tener en su entrada en Japón. No es la única pila que podemos encontrar en Itsukushima:
Los monjes del templo cuidan constantemente el lugar para que todo esté no limpio sino pulquérrimo:
Ya os hemos comentado anteriormente el calor que hacía esos días. Itsukushima nos ofrece sombra, algo que es de agradecer dadas las temperaturas, de modo que uno difícilmente puede evitar la tentación de sentarse un rato a descansar sobre el agua, mirando los peces que pululan por allí y dejándose embelesar por todo aquello que le rodea:
Y desde allí tenemos una fascinante vista del O-torii, la Gran Puerta. Con una altura aproximada de 16 metros, con unos pilares principales de 10 metros en circunferencia, allí en medio del mar, con su fuerte color bermellón. El actual torii es el octavo desde el periodo de Heian, y fue construido en 1875, si bien es cierto que en los últimos años el templo ha sufrido en varias ocasiones las fortísimas embestidas de los tifones, y en dos ocasiones gran parte del complejo fue levantada literalmente de su sitio y esparcida por el mar:
En el centro del templo hay una pasarela de madera que está rematada en una enorme linterna de bronce coloreada de verde por el óxido del metal. Desde allí tenemos justo frente a nosotros al Gran Torii.
No sé si conocéis a Frederic Boilet, un francés afincado en Tokio que se dedica al cómic, pero que en lugar de dibujar trabaja a base de fotografías que luego retoca con computadora. Bueno, el resultado es muy atractivo, pero para ser sinceros he de decir que me decepcionó bastante saber que el proceso era mucho menos artístico de lo que creía. En fin, ayer coloqué una de mis fotos en Photoshop y en un par de minutos conseguí esta imagen:
Y tras solicitar nuestro permiso al guardián nos sacamos la instantánea:
Pero no creáis que es cosa de llegar y besar el santo, no, porque turistas tiene cientos y cientos este lugar, y si queréis una foto en el lugar más solicitado os tocará guardar cola:
Ante el altar de una de las capillas menores del templo encontramos esta graciosa escena que os mostramos en dos imágenes. Fijaos como las dos madres hacen una reverencia con sus pequeños en las espaldas:
Espero que los pequeños tengan el cuello bien fuerte, porque si sus madres son muy devotas…:
Este grupito de jovencitas leía las tablitas que a modo de exvotos se colocan en estos templos. En muchas de ellas algunas personas piden que llegue su media naranja, que puedan aprobar el examen del carnet de conducir, etc.:
Este es el escenario Shaden, que es utilizado para llevar a cabo actividades tales como la representación de obras teatrales takigi Noh, que son como un sueño, iluminadas por la noche con antorchas de maderas:
Aquí vemos el mismo lugar de fondo con uno de los Âshishi guardianes del templo:
Y una imagen más, pero en blanco y negro con un ligero virado al sepia:
Visitamos el templo en pleno Obon y aún así los empleados del templo seguían su trabajo. Aquí vemos a dos de ellos dando una nueva capa de rojo bermellón a uno de los pasillos:
Cerca de la salida existe un precioso puente con forma arqueada. Imagino que en otra época se podría usar, pero en la actualidad está sólo disponible para ser disfrutado visualmente:
Este es el mismo puente. Aquí ya vemos como la marea comenzaba a retroceder:
Bien, aún nos queda una parte importante que mostraros de esta isla, la montaña, pero eso en otro post!.