Hace justo una semana se veía cumplido uno de mis sueños. Uno tiene alguno que otro, pero concretamente este era de los últimos que podía esperar ver realizados. Y es que hay ciertos factores que hacían que la cosa tomara matices de proeza. Por ejemplo y sin ir más lejos el tiempo. Lo decía aquella canción que llevaba como título “Hazy Shade of Winter”: “Time, time, time, see what´s become of me”. Pero está claro que no todas las generaciones son iguales, y la que dio artistas como Simon & Garfunkel fue bendecida, además de con el don de la genialidad, con un modo especial de envejecer. Uno no deja de maravillarse al comprobar como por ahí siguen dando guerra dinosaurios de la música como Bob Dylan, Mick Jagger o Eric Clapton, entre otros y por citar a algunos de los más universales.
La cita era en el Osaka Dome (ahora Kyocera Dome Osaka) una vez más, ese enorme platillo volante posado a orillas del río Shirinashi (尻無川) que se ha convertido en la casa de los Orix Buffaloes, impresionante escenario para eventos de envergadura como este.
La rumorología de internet advertía de la posibilidad de que el concierto se viera reducido a los cincuenta minutos de recientes actuaciones del dúo sexagenario. Nada más lejos de la realidad pues allí estuvieron durante dos horas y cuarto, tiempo en el que no hubo una sola pausa. Los artistas encontraron su descanso alternándose en algunos momentos de la actuación, ocasiones que quien permanecía en la tarima aprovechaba para interpretar temas de su carrera en solitario.
La banda, espectacular. Músicos de la talla de Mark Stewart o Andy Snitzer. El primero de ellos es una de esas personas con esa envidiable facultad que les permite tocar cualquier instrumento que pase por sus manos. Incluso construye sus propios instrumentos. El segundo es ni más ni menos que el saxofonista en los directos de los Rolling Stones o de Sting.
El primer tema que sonó fue “Old Friends”. Realmente emocionante. De viejos amigos me acordé precisamente yo, de algunos junto a los que descubrí siendo muy jovencito la música de Simon & Garfunkel. Poder asistir a este concierto me concedió la oportunidad de agradecer a estos músicos por algo impagable: ponerle en tantísimas ocasiones banda sonora a mi vida.
No te puedes imaginar cuanto te envidio…
Te sigo desde hace bastante, y me gustan tus posts, algunos me quedan un poco grande por lo limitado de mis conocimientos musicales, pero me gustan igualmente.
Pero ante estos dos monstruos, ídolos de mi juventud (tengo 36), no puedo por menos de comentar…
Así que de nuevo…
Qué envidia!!!!
Un lujo, no puedo alejar de mi memoria canciones como Cecilia o Mrs. Robinson. Que suerte haber estado ahi.
Desde luego, qué envidia más mala! Felicidades!
¡Felicidades Javi! Vaya, así que ahora no se llama Osaka Dome… con lo fácil que era… supongo que la gente le seguirá llamando igual 🙂 por cierto que estarán viejunos pero han sido listos y en el cartel del evento se han puesto una foto de cuando eran más jovenzuelos… ah, el marketing.
Me muerdo de envidia, y es que este duo tambien la ha puesto musica a muchos momentos de mi vida. El otro dia repasaba El Graduado, y es que la buena musica moderna, como la clasica, no envejece.
Me hubiera encantado apuntarme a la cita… la proxima vez avisa!!!
Saludos!
TOM Y JERRY