Estamos en uno de los momentos más engorrosos del año japonés: la temporada de lluvias. Se supone que durante algo más de un mes debe de llover mucho, bastante, lo que se traduce en una entrada en el verano con un clima húmedo y pesado. Quizás este año la cosa sea más corta por el fenómeno de “La Niña”. Pero el caso es que si no llueve como debe será malo para el campo. Japón necesita esas lluvias.
Hace poco más de una semana, viendo que amanecía el día lluvioso, me decidí a dejar la bicicleta y me dirigí al trabajo caminando. Pensé que sería bastante peligroso hacer el camino sobre ruedas (Kobe es una ciudad plagada de cuestas), aunque uno ha desarrollado una nueva habilidad a la hora de controlar el manillar con una sola mano mientras con la otra sostengo un paraguas. Esto no es muy recomendable, la verdad, además de estar prohibido, pero se ahorra tiempo y me da la impresión de que es una de esas prohibiciones que todo el mundo se salta por aquí.
Cuando llegué a mi lugar de trabajo lo cierto es que estaba más mojado que de haber ido en bici. Y después, para mayor INRI, cuando regresaba a casa di con una pequeñísima rampa junto al bordillo de la acera y resbalé, cayendo al suelo y golpeándome la espalda a la altura del lumbago, exactamente en el costado derecho.
Me rehice pronto y supuse que no había sido nada, pero poco a poco comenzaba a surgir un dolorcillo. Un rato después sentía un tirón cada vez que giraba la cintura hacia la izquierda, “cosa del músculo”, me dije (uno que ve demasiada tele, ya se sabe, el Doctor House es lo que tiene). Así que me fui a comprar unos “shippu”, que son una especie de venditas adhesivas rectangulares que están impregnadas en una sustancia que actúa como anestésico, aliviando el dolor. Las hay de muy diversos tipos, con efecto caliente o frío, para golpes de todas las clases. Me traje estas de la foto, que son las que me aconsejó el señor de la droguería:
Como uno tiene genes muy serranos no se me ocurrió otra cosa que irme al gimnasio, a ver si calentando y estirando un poco la espalda me sentía mejor. Y lo cierto es que no me sentí nada incómodo. Pero en los días siguientes continuaba el dolor, de modo que me fui a una clínica a que me mirasen la espalda.
Allí me hicieron no sé cuántas radiografías (he de decir que hasta la fecha sólo me las había hecho en la consulta del dentista). Y tras examinarlas bien, el sensei me dijo que una de las apófisis laterales de una de las vértebras lumbares tenía una pequeña fisura causada por el golpe. Así que me dijo que no me moviera mucho y me mandó pastillitas, más “shippu” (pero de otro tipo) y me puso… un corset. Así he de estar tres semanas, según este hombre.
Ahora estoy bien, no me duele como la semana pasada, cuando en el happyoukai del Yamaha Center me tuve que sentar en una silla para tocar la guitarra. Y puedo usar la bici. Pero desde ahora me andaré con más ojito cuando llueva, y dejaré mis zapatillas Onitsuka para días más secos. La humedad y la lluvia hacen que el suelo aquí no sea muy compatible con cierto tipo de suelas de calzado. Así que ahí queda mi consejo: zapatitos seguros para suelos japoneses 😀 .
pues nada meu, a mejorar y que mejore el tiempo 🙂
Sera mejor que te cuides y dejes el gimnasio durante unos días. Espero que te mejores tio y que sigas hay detras.
Un Saludo desde Toledo.
Y que lo digas, las Converse Chuck Taylor (las All Star de toda la vida) resbalan q da gusto en el agua… yo casi acabo más de una vez de bruces por culpa de su poca aderencia al piso mojado.
Mejoria, pañitos calientes, masajitos suaves y mucho cariño por parte de tu pareja, suelen ser los ingredientes más apetecibles para curarte mejor.
Descansa…
Un saludo.
Te habrá salido cara la caída, pero al no ir con paraguas en la bici un día te has ganado mi respeto, y también te has ahorrado un montón en lavandería, porque yo me cago en los que van con el paraguas en la bici. No es solo que la mayoría no controlen bien, es que muchos ni siquiera tienen un campo visual adecuado para la velocidad a la que van (van a toda hostia con el paraguas tapándoles la cara).
Yo quiero ser presidente del gobierno para prohibir los paraguas, no ya los paraguas en bicicleta ni los paraguas abiertos en el metro sino cualquier manifestación de los mismos, incluídas las referencias en libros sacros o de texto.
Amén, oh sabio Pepino.
índate con cuidado y mejórate!! estos parches “shippu” me recuerdan a los parches sor virginia que se ponía mi padre para el lumbago. Ya no los hacen y encontrar uno en una farmacia puede ser un milagro.
Lo de los paraguas en bicicleta me dejó flipado cuando estuve allí. No soy tan fundamentalista como Ale/Pepino pero un poco de miedo si que daban, si…
A mejorarse Vito, y la próxima vez no seas animal y no intentes aliviar un golpe con gimnasio.
Un voto para Ale/pepino 🙂
Vitoさん、お大事に・・・
Gracias a todos.
La verdad es que el paraguas es “mendo kusai”, un coñazo, para que nos entendamos. No le falta razón a Ale/pepino.
Son un engorro y prescindo de ellos siempre que puedo, por eso no entiendo a las nenas de por aquí que cuando ven dos rayos de sol sacan el “higasa” y se ponen unos guantes que les llegan a las axilas… con lo “gíŒena gente” que es el sol.
Cuidate wey en ese mundo peligroso de Kobe, sus aceras, sus abuelas, sus karaokes….
Eso tuvo que doler…a descansar Vito 🙂
Jeje, yo suelo ir escopetao con la bici. Espero podermela traer cuando este en Japón. Lo del paraguas es algo ke siempre me ha dado mucha rabia, cuando arriesgas tus ojos en un mar de paraguas me pongo bastante agresivo.
Y todo eso por ahorrarte pegartela en bici y vas y te la das andando. Son inexcrutables los caminos del Señor. 😛
Mejora!
Feliz restablecimiento.
Matthieu!, wey!, qué onda por Tokyo?!, ya te kantonizaron, no?, ayayay… Aho pawaa!!!
Los caminos del señor, Kali, que a veces resbalan…
Saludos a todos y gracias de nuevo.