Tomando la autopista 162 desde Kyoto y a unos 30 km del centro de la ciudad hay un remoto pueblo cuyo nombre, Miyama, significa “Montaña hermosa”. Alrededor de dos centenares de casas rurales aún conservan los tradicionales tejados de paja que hacen del lugar uno de los rincones más hermosos del país. La comparación con Shirakawa es inevitable, y quizás las casas de Gifu sean más impactantes. Pero el valor paisajístico de Miyama no tiene nada que envidiarle a Shirakawa. El conjunto es realmente impresionante a pesar de sus reducidas dimensiones.
Tuve la suerte de visitar Miyama en pleno agosto, con el arrozal bien crecido, verde con las pinceladas de amarillo que les da el grano, con decenas de saltamontes revoloteando, y con la montaña teñida de un color aún más intenso, el de las coníferas. Ante tanto verdor parece como si uno se olvidara por un momento de las cifras que marca el mercurio. Quizás el rumor de las aguas del río que corre junto a este bello paraje también tenga que ver con ello.
No sé cómo será Miyama en otras estaciones, una cosa sí puedo decir: el verano de Miyama es el verano de Japón que uno siempre imaginó al leerlo.
En la orilla este del río Kamo a su paso por el centro de Kyoto, concretamente en el tramo comprendido entre Sanjo y Gion Shijo, hay una serie de restaurantes que durante el verano abren balcones donde los clientes pueden disfrutar de su cena ante un majestuoso escenario. Los precios distan de ser módicos, pero hablamos de Kyoto.
La imagen de esta entrada está tomada desde el puente de Shijo y muestra uno de los citados restaurantes. La foto es de pocos minutos antes de las seis de la tarde, pero los horarios de comidas en Japón no son los de España, a esa hora ya hay quien que se disponen a cenar. Además, la mayor parte de estos comensales son turistas, y muchos tendrán aún que emprender un viaje en tren de vuelta a casa tras el postre.
Las esterillas que separan un establecimiento del siguiente permiten vislumbrar la escena que tiene lugar en en interior: mesitas bajas sobre el tatami alrededor de algunas de las cuales la gente se sienta sobre almohadillas, bandejas de laca con juegos de palillos de madera, toallitas húmedas para tratar de sofocar el calor de agosto, botellas de cerveza, los primeros platos que ya van desfilando, camareras ataviadas con yukata que se arrodillan junto a los clientes para servirles… Aún queda tiempo para el ocaso, pero ya comienza la noche en Kyoto.
ISO: 125
Lente: EF17-85mm f/4-5.6 IS USM
Distancia focal: 41mm
Velocidad: 1/125s
Apertura: f/5